Muchas veces recibimos la pregunta de cómo es posible que el sol brille si "en el espacio no hay oxígeno para que se produzca la combustión". Esa pregunta surge de la idea equivocada de que las estrellas brillan porque son de fuego. A continuación trataremos de explicar por qué brillan las estrellas.
Las estrellas tienen brillo propio porque en su centro las presiones y temperaturas son lo suficientemente elevadas como para propiciar que los átomos colisionen entre sí frecuente y fuertemente. En estas colisiones, a veces se fusionan dos o más núcleos atómicos para formar uno solo. A este fenómeno se le llama fusión termonuclear. En su forma más básica, este proceso fusiona cuatro átomos de hidrógeno para formar un átomo de helio. Estrictamente hablando, la masa no se conserva en este proceso físico. Si tomáramos cuatro gramos de núcleos de hidrógeno y los fusionáramos hasta convertirlos íntegramente en núcleos de helio, no obtendríamos exactamente los cuatro gramos de helio esperados, sino tan sólo 3.97 gramos. ¿Qué le sucede a la masa aparentemente desaparecida? Esta diferencia de masa se transforma en energía; concretamente es emitida como radiación de alta energía y es eso el brillo que le vemos a las estrellas.
Esta transformación de materia en energía es consecuencia de la equivalencia materia-energía, enunciada por Albert Einstein en su famosa fórmula E=mc², donde E es la energía resultante, m es la masa transformada en energía, y c es la velocidad de la luz. Aunque sea muy pequeña la cantidad de masa que se transforma, al estar multiplicada por la velocidad de la luz al cuadrado, la cantidad de energía que se libera en los procesos de fusión termonuclear es fabulosa.
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